martes, 7 de junio de 2011

Capitulo 14

Hola gente :)
Se que este capitulo debió ser publicado ayer, de hecho, lo intenté. Empezé a escribirlo en clas de Cultura Clásica (ardua asignatura donde aprobar es un infierno xD), pero es bastante largo, asi que no me dio tiempo. Disfrutadlo!

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Me dieron el alta. Todavía caminaba un poco insegura y lenta, pero me sentía feliz. Tan solo quedaban dos días para volver a ver a Derick. Esperaba que nada se entrometiese en nuestros planes esta vez.
BEEP BEEP
Mensaje nuevo. ¿Ricky? ¿Qué querría ahora? La verdad es que desde el accidente nos habíamos distanciado.
"Hola pequeña. He oido por ahí que te dan el alta. ¿Te apetece venir a mi casa? Voy a hacer una pequeña "reunión informal" (también llamada fiesta jaja). Pásate, será divertido."
Me sorprendió un poco el mensaje. No le había visto desde que mi madre le echó a él y a Mario de mi cuarto del hospital.
Era sábado. Había quedado con Aroa para ir de compras, pero no me apetecía nada. La llamé y le conté lo del mensaje.
-Dile que vas si me invita a mi también-dijo Aroa en tono pícaro.
-¿Estas de coña? No pienso ir-dije en un tono cortante.
-¿Por qué no? Fiesta con los de primero. Seguro que lo pasamos genial.
-No se tía, ni siquiera sé por qué me ha invitado.
-¿De verdad que no lo sabes? A mi me parece que está bastante claro.
-Ilumíname, Sherlock-
-Parece mentira que la rubia aquí sea yo. Seguro que alguien le ha sugerido que te invite.
-¿Quién?
-Una pista, empieza por "M" y acaba por "ario"
-Seguro que si- dije en tono sarcástico.- Bueno, le digo que vamos, pero que conste que lo hago por ti.
Le contesté el mensaje a Ricky.
"Ok, me pasaré. ¿Puedo traerme a Aroa?"
No tardó ni 30 segundos en contestarme.
"Por supuesto, nena. Calle Luca de Tena nº6, sobre las ocho. Un beso, guapa."
6 de la tarde. Llaman al timbre. Abro, recién despertada de la siesta. Aroa con una sonrisa y unas planchas de pelo.
-¡Hora de ponerte guapa!
-Pero si no me he duchado todavía.
-Pues ya estás tardando.
Me metí en la ducha mientras Aroa ponía la plancha a calentar.

-Date prisa, que no tenemos todo el día.

Me duché tan deprisa como pude. Cuando salí, vi como Aroa había sacado de mi armario todos los modelitos que le parecían adecuados con la situación.
Durante la siguiente media hora, Aroa se dedicó a moldear mi pelo de una forma increíble. ¿Por qué cuando yo lo hacía no me quedaba ni la mitad de bien? Cuando terminó, parecía recién salida de la peluquería. Me maquilló de forma simple, pero me dejo muy guapa.
-Pasa a la sección "vestuario"-dijo Aroa entre risas.
Me probé absolutamente toda mi ropa y nada me gustaba. Cuando parecía que iba a tener que ir con una bolsa de basura atada a la cintura, Aroa me trajo la solución. Sacó de su bolso unos taconazos negros y una falda de tubo.
-Si te pones esto con la camiseta rosa seguro que estás divina.

Me lo probé y, efectivamente, estaba perfecta. Salimos hacia casa de Ricky. No estaba lejos, pero cogimos el metro para no tener que andar mucho con los tacones. Llegamos a eso de las ocho y cuarto, y la cosa parecía con bastante ambiente. Llamamos al timbre y nos abrió Mario. La sonrisa que lucía en la cara se le borró en cuanto me vio.

-Esto... hola-dijo mientras me daba dos besos tímidamente.
-Hola, yo soy Aroa- le dio dos besos enérgicamente y entró sin cortarse un pelo.
-Emm... estas preciosa-dijo con un hilo de voz.
-Gracias-sonreí-¿Dónde está Ricky? Es que quería saludarle.

En realidad lo único que quería era no quedarme a solas con él. Me gustaba mucho, pero no podía. Iba en contra de mi moral. Pero no quería perder la oportunidad con Mario. Todo era tan sumamente confuso... Y cuando estás confuso sólo puedes hacer una cosa: herirte a ti mismo.
Entré en la casa. Ricky estaba hablando con Aroa. Él se había pillado por ella desde que la vio por primera vez, pero entonces Aroa le había rechazado. Parece que las cosas cambian. Aroa tenía ese brillo en los ojos que le sale cuando no es su cerebro el que actúa, sino su corazón. Decidí no interrumpir y me fui a por algo de beber. Había alcohol, pero pensé que tal vez no era una gran idea tomar. Después de la fiesta me iba a dormir a casa de Aroa, y no era lo mejor llegar vomitando. Pillé un 7-up y salí al jardín. No conocía más que a un par de personas de vista, así que me senté en una esquina y esperé a que Aroa dejase de hablar con Ricky. Al cabo de unos minutos tenía a Aroa sentada al lado con una sonrisa de oreja a oreja en la boca.

-A ver, cuéntamelo todo ya- dije en tono exigente.
-No se, es un poco raro, el chico, pero tiene un nosequé que le hace bastante irresistible.
-Entonces no sé a qué estás esperando.
-Yo tampoco se a qué estas esperando tú
-¿Yo? ¿Qué se supone que debería hacer yo?
-Joder, nena, está más claro... Pues liarte con Mario, que pareces tonta.
-¿Te suena un chico inglés que se llama Derick? Estamos juntos, ¿recuerdas? No soy capaz de hacerle eso. No después de que Pablo me lo hiciera a mi. No después de saber lo mucho que se sufre. Le quiero, y no quiero hacerle sufrir. Se que a lo mejor si dejo escapar la oportunidad ahora luego no sea tarde, pero es lo que hay.

Ay, Mario. Tanto tiempo esperándote y tenías que llegar justo ahora. Fui a saludar a Ricky.

-¡Hola enana!- dijo con una sonrisa- Veo que al final has venido. Jo, hace muchísimo que no hablamos.
-Creo que desde que desperté del coma- la sonrisa se le borró de repente.-No pongas esa cara, que era broma.
-Vale...-dijo él un poco cortado- bueno, cuéntame, ¿que tal con el novio ese ingles tuyo? Devin o David o algo así no??
-Es Derick. Pues la verdad es que bastante bien. El lunes le veo.
-¿El lunes?¡Si tenemos instituto!
-Ya lo se, él ya ha empezado las vacaciones. Va a pasar aquí una semana con su familia. Se quedará en casa de mi abuela.
-Genial ¿no? Pues me alegro por ti canija.
-Bueno, y tu y Aroa ¿que?
-Ahí voy... Parece que a cambiado de opinión desde que nos conocimos.
-Me alegro. Parece que todos empezamos a ser felices.
-Todos no- señaló con su cabeza hacia Mario.- Hay alguien por ahí un poco solitario desde que cortó con Sandra.

Me acerqué a Mario y traté de entablar conversación con él. Hablamos de cosas triviales, pero su expresión tristona parecía desaparecer por momentos. Cuando su sonrisa era como la que solía tener siempre, me pareció un buen momento para atacar.
-¿Que tal llevas lo de Sandra?- intenté parecer preocupada pero sin ser cotilla. Mario se quedó un poco cortado y su sonrisa menguó.
-Bueno, bien. Estaba muy pillado, pero aunque parezca mentira, la estoy empezando a olvidar.
-Dicen que un clavo saca a otro clavo.
-Eso dicen.



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